ROCAMAR
Hoy es un día especial por muchos motivos. El primero porque llevo 7 días de vacaciones con mis tres amores de casa. El segundo porque son 8 años los que han pasado para poder disfrutar de 15 días de vacaciones en verano desde que inicie el proyecto de mi segunda empresa. El tercero porque ya van 9 años desde que mi mujer se quedo embarazada e iniciamos un proyecto de familia a la espera de nuestros dos tesoros.
Por último, porque tal día como hoy, el 7 de Agosto de 2009, 7 del 8 del 9, contraía matrimonio con la única mujer que es capaz de entenderme, soportarme, sufrirme, y a pesar de ello, sobrevivir a mis manías, mis defectos y lo que es peor… a todas mis virtudes que hacen que pase muy poco tiempo en casa. E incluso y a pesar de todo ello, mantener intacto el amor que siente por mí. Ese amor que siento, percibo y agradezco de manera que no soy capaz de explicar, todos y cada uno de los días que hemos pasado juntos y que espero que sigamos disfrutando hasta que como juramos un día juntos… “La muerte nos separe”.
Un amor que hace que mi corazón cada día sea más grande, un amor que me hace mejor persona y un amor que hace que el mío por ella crezca cada momento como si no hubiese un final.
Y que mejor para celebrar un gran amor, que un gran atracón en nuestro décimo aniversario de bodas!!!
Después de un agradable paseo en coche, con el volumen de la radio en el 40 para que nuestros dos bailarines disfrutaran de dicho paseo entretenidos…
Llegamos a ROCAMAR, un restaurante referencia por su calidad y su producto.
Mientras la pequeña Luci… (que no es el nombre de mi niña, es su apodo cariñoso en honor a la referencia de la que lo tomamos… Lucifer!!! ) se entretiene en la parte exterior del restaurante, bajo una lluvia incesante y sobre los charcos de agua que se acumulan en el suelo, homenajeando a PEPA PIG… nosotros vamos echando un vistazo a la carta.
“Camarero, ¿podría decirme cuál es la especialidad de la casa?”
“Buenos días” responde, “Podría recomendarle cualquiera de los arroces que tenemos en carta, pero nuestro plato estrella desde hace mucho tiempo es la langosta. La servimos de manera que usted no tiene que trabajar nada en absoluto”.
Me llamo la atención eso de “no tener que trabajar nada en absoluto e insistí. “¿Perdón? ¿No tengo que trabajar nada en absoluto?”.
“No señor” responde el camarero, “Nosotros sacamos la carne al completo de la langosta, la troceamos y presentamos sobre el lomo de la misma en una fuente en la que además, sobre unas cucharitas que hacen efecto visual de patas, volcamos toda la sustancia que estaremos de la cabeza de la langosta, por eso lo único que tiene que hacer es disfrutar del plato sin apenas TRABAJAR”.
Nos resulto tan atractivo que nos embarcamos en una langosta de 1,350 Kg, pero además, como no podíamos desatender la recomendación del arroz… pues… Arroz de carabineros y vieiras para arropar a la langosta!!!
Pues bien, en cuanto llego la langosta… por no llamarla dragón marino, por el volumen que ocupaba en la fuente, nos pusimos manos a la obra.
Al final sí que tuvimos trabajo… comernos aquel fantástico ejemplar marino, que a la segunda rodajita que mi mujer llevo al plato… menciono algo habitual y que personalmente me encanta… “UFF no puedo más!!! Sigue tú, que sino no voy a poder tomar el segundo…”
Oh!!! Qué maravilla, me quiere, me aguanta y encima me cede su parte del menú!!! Perfecta!!! No pude encontrar a otra mejor!!! Jajaja!!!
Cuando terminé con el espécimen, note una sensación de trabajo bien hecho, el pecho inflado después de haberme zampado todo aquel fantástico animal… y bueno… un poco más abajo una sensación de “PANICO” porque todavía nos quedaba toda una fuente de arroz para dos!!!
Los niños terminaron con sus croquetas con patatas y otra vez al agua… que no había piscina ni playa… pero era un no parar de llover… yo creo que los ángeles lloraban de alegria… 10 años de matrimonio, 19 años de pareja, dos niños y lo que les queda todavía…
Y entre tanto ahí estaban… carabineros, vieiras, y una paellera que en ese momento parecía que sería la paella la que nos comería a nosotros.
Fue servirnos un plato, llevar el primer bocado a la boca… ummm el sabor tan intenso del arroz despertó una sensación unica… como si un golpe de viento disipara una pequeña nube que se pierde en el azul inmenso del cielo en un cálido verano.
De repente en un despertar de apetito, me encontré en el tercer plato de arroz escuchando de nuevo una coletilla que suena a música en mis oídos… “No puedo más!!!” Suspiro mi mujer… jajaja!!!
Con lo que no contaba era con que la pequeña Luci, a veces “Carpanta”… pegara un pequeño salto en mi coló y ni corta ni perezosa, con un añito y 10 meses, se zampo todo un plato de arroz después de haber tomado sus croquetas!!! (Lo lleva en los genes!!! Jajaja!!)
Una jornada fantástica, que rematamos con un milhojas especialidad de la casa que fue el broche perfecto a un aniversario digno de recordar por años.
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