Vigo (Pontevedra) – Diciembre de 2015
Hacía ya algún tiempo que no tenía la oportunidad de visitar Vigo, una ciudad en donde elegir en que restaurante comer es como hacer un sudoku, lo difícil no es encontrar un buen sitio, sino elegir en cual de ellos me apetece comer hoy.
Pero bueno hace ya unos añitos, concretamente tres, tengo un sitio al que me encanta ir a comer, el PICADILLO.
Este restaurante que desde que lo conozco está de moda, y eso no lo digo yo, lo dice su ocupación. Es casi imposible comer en él si no reservas.
Pero como siempre vamos con tiempo y no somos muy difíciles a la hora de elegir la mesa, siempre nos hacen un hueco.
Y es que aquí, hay un plato que siempre repetimos, Carpacho de buey con tapenade y parmesano. Solo por degustar este fantástico carpacho merece la pena venir a Vigo, he llegado a pedir doble este plato en varias ocasiones, y es que está buenísimo. Una peculiaridad del plato y que no lo he visto en otros sitios es el “picadillo” de aceituna negra con el que lo acompañan, mezclado con el queso rayado y las finas laminas de carne, ¡Está supino! De verdad es una de las “vacas sagradas” de este restaurante, esta es mi sencilla opinión.
Otro de mis fetiches aquí es el arroz de mar, un plato que a simple vista es tan simple, que a la hora de llevar un bocado a la boca disfrutas del valor de lo sencillo y al mismo tiempo de lo complejo que puede ser hacer lo sencillo tan fantástico.
Entre medias siempre se cuela alguno de los platos de la carta que nos gusta ir rotando, para probar de todo un poco, porque sino siempre comería exactamente lo mismo, así aunque solo sea uno, disfrutamos de algo de variedad cada día que visitamos el Picadillo.
En este caso el salteado de pulpo y gambas nos deja un pequeño matiz de realidad en la experiencia, aunque el sabor era bueno, no esta a la altura de las dos maravillas anteriores.
Y como “traca” final y digo traca porque literalmente es una explosión de sabor en la boca, vasito de mascarpone con espuma de frambuesa y peta zetas de choco. Este postre es FANTÁSTICO con mayusculas, a veces pienso que si la responsable de la cocina me conociera, haría precisamente este postre pensando en mí.
El mascarpone esta de vicio, la espuma es un pecado capital, y la experiencia de los peta zetas de chocolate, es como si volviese a mi infancia y mezclase lo mejor de las tabletas de chocolate con uno de los vicios infantiles que mejor recuerdo me trae “EL PETA ZETA”.
Simplemente por dos de las recetas del restaurante y uno de sus postres seré cliente mientras tenga sus puertas abiertas.
Ambiente: 8
Personal de Sala: 8
Platos: 8
SENSACIÓN: 8




