Coruña – Marzo de 2016.
Una noche perfecta. Acompañado por mi mujer, y con el chiquitín en casa de sus padrinos, nos vamos a cenar a Pablo Gallego.
Un restaurante en el que además de saber que vamos a cenar siempre bien, nos encontramos como en casa.
En esta ocasión y como casi siempre, llevaba la idea de cenar “huevos con gulas” y “Hamburguesa de buey Angus”, pero Pablo, con una sonrisa me pregunta… “¿Otra vez huevos?, prueba otra cosa…”. La verdad es que cuando en un sitio me gusta un plato es difícil que varíe por lo menos ese plato.
“Todo lo que está en rojo en la carta son nuestras especialidades” comentó, “además el codillo braseado es mi especialidad” prosiguió, y claro con una recomendación así no podía decir que no, y mi mujer que es muy de pasta, Lasagna de la abuela.
Para empezar nos traen un pequeño aperitivo y una tabla de quesos, como la materia prima siempre es de primera, se nos ponen los dientes largos para recibir el segundo plato.
Sencillamente… ¡espectacular!, la recomendación no pudo ser mejor, la carne se deshacía al tiempo que hundía el cuchillo para llevar un bocadito a la boca, un sabor que se ve potenciado por una salsa hecha para combinar perfectamente con la carne. ¡El sabor del codillo casi hace que me olvide de las patatas! pero una idea se me viene a la cabeza, aplastar las patatas para empaparlas en la salsa del codillo… ¡guau!
En el plato solo quedo el hueso… y de milagro.
Una noche perfecta con una de mis pasiones, la gastronomía, y siempre que los platos están como el de hoy me doy cuenta del porque y con la inmejorable compañía (junto con la de mi pequeñín) de mi mujer, con la que he entendido el significado de pasión.
Ambiente: 9
Personal de Sala: 10
Platos: 10
SENSACIÓN: 10




